-¿Conoces la historia de los monos de la isla de mierda?- le pregunté a Noboru Wataya.
Negó con la cabeza, sin ningún tipo de interés.
- No la conozco.
- En algún lugar lejano había una isla de mierda. No tenía nombre. No valía la pena ponerle ninguno. Era una isla de mierda con forma de mierda. Allí crecían palmeras con forma de mierda. Y las palmeras daban cocos que olían a mierda. Pero allí vivían monos que adoraban los cocos que olían a mierda. Y cagaban mierda de mierda. La mierda caía al suelo, aumentaba la capa de mierda y las palmeras de mierda que allí crecía eran cada vez más de mierda. Un círculo vicioso.- Me bebí el resto del café-. Mirándote, me he acordado de la historia de la isla de mierda- le dije a Noboru Wataya-. A lo que me refiero es que hay un tipo de mierda, un tipo de podredumbre, cierta tenebrosidad que se autoalimenta y, formando un círculo vicioso, crece con celeridad. Cuando se sobrepasa cierto punto, nadie lo puede detener. Ni siquiera la persona interesada.
Fragmento del libro Crónica del pájaro que le da cuerda al mundo de Haruki Murakami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario