
La decepción vuelve a llamar a mi puerta, si es que alguna vez se ha marchado. Siento que se ha afincado en algún lugar de mi casa, silenciosa, esperando a que baje la guardia, para volver a aparecer, desordenando la tranquilidad que hasta ahora, tenía. Me pregunto que he hecho mal. Más bien, me pregunto si he hecho algo mal. En un abrir y cerrar de ojos me encuentro en una situación que yo no me esperaba. Me considero una persona que huye de todo ese tipo de situaciones, quizás porque llega un momento en que te das cuenta de que sólo hacen daño, quizás, porque no merece la pena llegar a ese tipo de situación. No lo sé. Supongo, lector, que no es difícil entender de lo que estoy hablando. Pero, si te digo que cuando comienzas algo (bien sea una película, un libro, una relación de amistad, amorosa..etc) esperas unos mínimos, es decir, esperas no sentir decepción, ¿sabes a lo que me refiero?. Bien. Estoy harta de esa sensación. De buscar, de amarrarte a esa esperanza en vano. No soy perfecta, hasta una hormiga lo sabe. Pero si yo acepto a los demás por cómo son, ¿por qué los demás no me aceptan a mí?. En fin, retomando el tema, creo que la decepción es lo peor que puede haber. ¿Por qué?. Muy sencillo: una vez sientes esa decepción, no ves ese libro, película, etc de la misma manera. Algo cambia. Sientes una especie de pasotismo, de indiferencia, de manera tenue. Cuando vuelves a sentir esa decepción, ni te inmutas. Eres insensible a esa sensación. Sin embargo, la primera duele. Y así es como estoy yo ahora. Una mezcla de decepción y cansancio por no alcanzar esas expectativas, por no ser lo suficientemente buena para algo/alguien. No quiero irme de víctima, es cómo me siento, ya que esta vez parece que soy yo la que no llega a esas expectativas, sin saber el porqué. Analizando la situación, tengo varias opciones. Una de ellas es esperar el porqué e intentar cambiar, para ser mejor. Otra, esperar, saber las razones, y mantenerme al margen, ya que yo soy así y si cambio, no sería por decisión propia, es decir, por mero acto natural, sino porque me sentiría presionada a ello, convirtiéndome en un
yo irreal. Y la última, escuchar, callar, analizar y seguir callada, guardándome las cosas en mi interior, dejándolo pasar, como hago siempre. Quizás será lo mejor, mantenerme al margen, como mera espectadora, sin involucrarme demasiado. Es difícil, pues una parte de mí, desea participar, pero la otra parte sabe que no debe, porque se repetirá lo de siempre, como un círculo vicioso, cómo, bien dice un amigo mío, la caída mítica. Siento esta entrada a lo menos incoherente e inconexa, pero siento la necesidad de expresarme mediante lenguaje cifrado.