viernes, 16 de julio de 2010

Zumo de naranja


Entré en el bar de siempre, sentándome en la barra, cerca de la ventana. Jorge estaba sirviendo unos cafés cuando me vio entrar, me saludó con energía. Le sonreí, no hizo falta más. Sabía perfectamente lo que quería: zumo de naranja. Lo pedía día tras día desde que me instalé en aquel pueblo costero, lejos de la ciudad donde nací. Todo en aquel lugar era diferente a lo que yo estaba acostumbrada, sin embargo, no me costó adaptarme a aquella vida tranquila, lejos del ruido y del estrés de la ciudad. Miré por la ventana y vi las nubes grises que cubrían el cielo, preguntándome de qué color serían en Canadá en ese mismo momento. Perdida en mis pensamientos, Jorge se acercó sirviéndome el zumo. Lo observé durante unos instantes. El color era intenso, llamativo a la vista, posé una de mis manos sobre el vaso notando el frescor que emanaba de aquel jugo. Acerqué mis labios hacia la pajita y aspiré hasta notar entrar el líquido en mi interior. Mis papilas lo degustaron, interceptando una mezcla perfecta entre dulce y agrio. Bebí unos sorbos y me aparté, recordando mi niñez, cuando mi abuela me servía el zumo de las naranjas que ella misma plantaba con esmero temporada tras temporada. Ese sabor hacía que viajara en el tiempo, como si nada hubiera cambiado. Podía ver a mi abuela, sentirla, olerla, al igual que podía hacerlo con aquel zumo que tenía delante de mis ojos. Terminé de beberlo y pagué la cuenta. 1.20 euros. Salí a la calle, el aire frío acariciaba con fuerza mis mejillas, aun así, no pude evitar sonreír. Descubrí poco después de mudarme que aquel zumo de naranja era el nexo a mi hogar, mi infancia, el lugar donde yo me encontraba a gusto y a salvo. Y ahora no pasa día que no tome ese jugo anaranjado, ya que sin él, esos instantes de calidez se perderían en algún lugar aun más lejos, imposible de alcanzar.


Un día un poco alocado, más alergias me acechan, inyecciones en el trasero poco agradables, picores, molestias...etc. Sin embargo, no puedo sentirme más alegre: aprobé todas las asignaturas del primer año de carrera. Digo adiós a primero con una sonrisa y espero con ganas el segundo curso.

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